lunes, 8 de junio de 2009

¿Somos extranjeros dentro de nosotros mismos?

Los mayores viajes, los más largos kilómetros los hacemos pocas veces en la vida y están dentro de nosotros mismos. Viajando te das cuenta de que existe un lugar a l que perteneces, lo que no queda claro es dónde está. Parece que perteneces a un país, a una familia, a un amor, a algo indefinido que sospecho somos nosotros en algún lugar de nosotros.

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Salgo de casa a las 06:00 hrs., el vuelo esta pautado para las 17:00 hrs. y arribamos a Bolivia a las 05:00 hrs., en el aeropuerto internacional Virú Virú de Santa Cruz. Espero que amanezca sentada en cualquier parte de esa torre de Babel que son los

Aeropuertos:

Tránsito inevitable

reflejo de lo efímero del tiempo y el espacio

“nada” de los viajeros constantes

susto de los que nunca se subieron a un avión,

Aunque este último no es mi caso, confieso que siempre me da un poco de susto en la panza cuando veo las nubes por la ventanilla, para mí los aeropuertos son esa torre de Babel que quiere llegar al cielo y en la que confluyen múltiples lenguas que paradójicamente hace que se pierdan las nociones de libertad, todas las puertas se transforman en una máquina que espía tus bolsillos o un hombre uniformado que coarta tus ganas de avanzar en el tiempo y el espacio de lo que es tierra de todos.

El centro de Santa Cruz de la Sierra

Es el vivo reflejo de que hay dos culturas que tratan de convivir en Bolivia, son tan distintas entre sí que se nota el esfuerzo por no sucumbir la una dentro de la otra. Es evidente que el pueblo Aimará está luchando por mantenerse vivo, hay mucha fuerza en ellos, son por naturaleza un pueblo trabajador con un respeto a la tierra impresionante. Son melancólicos y es más común ver a las madres, y mujeres en general, trabajando la tierra o vendiendo en los mercados que a los hombres, cosa que refleja que esta cultura se rige por el matriarcado. Pese a esa fuerza la transculturación siempre está presente en nuestra Latinoamérica, así como una especie de ensalada entre lo que necesitas y lo que te hacen necesitar, miras en su forma de vestir o alimentarse unos zapatos Nike con un aguayo a la espalda o unas salteñas con Coca Cola.

Santa Cruz de la Sierra

La ciudad puente para llegar hasta un pueblo llamado Vallegrande, al que se accede luego de diez horas de viaje por una carretera en su mayor parte de tierra; el rostro de Bolivia empieza a mutar para mí. Durante el viaje, a parte de unos cuantos pensamientos catastróficos sobre los peligros de accidentarse en mitad de la vía, porque en su mayoría es de tierra, me invadió una sensación extraña que aun hoy no logro definir. Pasando de pueblo en pueblo miras como la gente trabaja en conjunto, en mercados a las orillas del camino, empezaba un viaje de olores, colores y texturas nuevas para mis sentidos: bolsas de hojas de coca, cualquier cantidad de medicina herbolaria, aguas frescas de linaza, quinua (tomen en cuenta que la quinua es un alimento sagrado ancestral) , maíz (o pochocho) en sus diferentes versiones, carnes, gallinas, especias y esto era sólo el comienzo de otros muchos mercados indígenas, de otras muchas sensaciones.

Todo este camino poco a poco se va transformando en montañas gigantescas, en un río que va socavando la carretera y que es color arcilla, va cambiando el clima y del calor de Santa Cruz pasamos al frío andino, a la humedad de la s montañas, que abren paso a grandes llanuras en mitad del valle, “somos tan pequeños”, pensaba durante el recorrido, pero más allá de esta frase trillada la geografía boliviana realmente te hace sentir deseos de morirte, es muy imponente, frente a ella somos renacuajos, se parece a la sensación de la gran sabana venezolana.

Vallegrande 22:00 hrs.

Un pueblito en medio de grandes montañas y rodeado de sembradíos. Conseguí un alojamiento con baño común en 40 bolivianos que vendrían siendo un poco más de 5 dólares, así que saquen sus cuentas… En Vallegrande está un hospital donde reposó el cadáver de Ernesto Guevara, primero conseguimos la morgue y unos metros más allá está la “Lavandería” donde le cortaron las manos, en las paredes de la morgue se leen muchos escritos en apoyo al comandante, pude sentir una fuerza increíble en las paredes de este lugar, lo más impresionante de recorrerlo es conseguirse con las huellas de todos los que han venido a visitarlo, me conmueve pensar la fuerza que generó un sólo hombre con su pensamiento hecho acción. Silencio.

La idea era llegar a la escuelita de La Higuera, que fue donde lo asesinaron, pero justo las fuertes lluvias cortaron el camino. Estuve a punto de ir en un camioncito donde iban varios campesinos y gente del pueblo, pero no entrábamos. A mí la verdad me dio miedo porque ya sabía que el camino no estaba en condiciones como para volver de noche, en fin que no conocí La Higuera.

Estuve allí varios días aislada de todo, sin ruidos ensordecedores, sin contaminación y con mucho frío… Es un lugar para quedarse…

La Paz

En el valle de Choqueyapu, en el altiplano andino está La Paz, es una metrópolis que también está llena de contradicciones, como todas. En un día despejado puedes ver los picos nevados que rodean la ciudad, esta rodeada de montañas y de ranchos rojos (como Ccs), sólo que más altos, mucho más altos créanme. Es una ciudad hermosa, de una arquitectura impresionante llena de mezclas del arte colonial con otras tendencias, con gran población indígena. Los paceños son los que más quieren a Evo Morales según mi propia encuesta.

No se ven tantas franquicias extranjeras (no vi un Mc Donals), hay mucha pobreza y es una ciudad ruidosa, fría y donde las contradicciones de las culturas revueltas muestran un dolor ancestral, raro, desquiciado a punto de explotar.

Podría seguir pero empiezan a faltarme las palabras y las ganas porque lo que cuento de La Paz desmejora un poco la cara de Bolivia, y todavía no les hablé del apunamiento, que me tuvo como tres días con dolor de cabeza, pese a ese detalle, tienen que verlo con sus propios ojos , les dejo un pellizquito para ver si se atreven a conocer este país y si ya lo conocen para que me lean un ratito y comparen sensaciones, que nunca esta demás recordar.

Bolivia hay que conocerla, la verdad habría que conocer el mundo entero, hay secretos por allí ocultos sólo porque no los vemos, el caso de la virgen tierra boliviana, es obligado porque si quieren hacer un viaje para que se les parta la cabeza y el alma es un país fenomenal, lo que más me queda es su energía, la rareza de su energía, late en los pies; es la tierra que parece latir, y los rostros de la madre indígena, tan femeninos, tan MADRES, todas ellas, cholas o no, porque es como si se contagiara una oscuridad, una voracidad matriarcal que no puedo comparar con nada, que no puedo dejar de exhalar oscuridad y que no puedo dejar de sentirme una pequeña partícula de polvo con ganas de expansión…

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